Ella dio un salto tan pronto vio al cirujano salir de la sala de operaciones.
Ella dijo: ¿Cómo está mi pequeña? ¿Estará bien? ¿Cuando la puedo ver?
El cirujano dijo, Lo siento. Hicimos lo que pudimos, pero ella no pudo.
Ella dijo, ¿Porqué a mi niña le paso esto? ¿Será que Dios no la cuido más? ¿Dónde estabas, Dios, cuando mi niña te necesitaba?
El cirujano le preguntó, ¿Te gustaría un tiempo a solas con tu hija?
Ella respondió que sí; luego pasó sus dedos amorosamente a través del cabello liso y castaño de su niña.
Llegando a casa comenzó a colocar las cosas personales de vuelta en el lugar exacto donde ella las tenía en su cuarto.
Ella se dejó caer sobre su cama y abrazando su almohada, lloró hasta quedar dormida.
Era alrededor de la medianoche cuando despertó. Y colocada al lado de ella en la cama había una carta.
La carta decía:
Querida Mamá, Sé que me vas a extrañar; pero no pienses que yo te olvidaré, o dejaré de amarte, sólo no estaré físicamente alrededor tuyo para decirte Te Amo. .
Yo siempre te amaré, Mamá, aún más cada día. Algún día nos volveremos a encontrar.
No estés triste pensando en mí. Éste es un lugar realmente maravilloso.
Los ángeles son extraordinarios. Me encanta verlos volar y ¿sabes? Jesús no se parece a ninguna de las fotos que pintan de él. Aún así tan pronto lo vi, lo reconocí, sabía que era él.
¡Jesús mismo me llevó a conocer a Dios! ¿Y sabes qué mamá? Dios me sentó en su rodilla y habló conmigo, como si yo fuera alguien importante! Ahí fue cuando le dije que yo quería escribirte una carta para despedirme de ti y decirte cómo me siento ahora.
Pero yo creía que no se permitía. ¿Pero sabes qué mamá? Dios me dio papel y su pluma personal para que yo te escribiera esta carta.
Creo que Gabriel es el nombre del ángel que te llevó esta carta.
Dios me dijo que te contestara una de las preguntas que le hiciste. ¿Dónde estaba él cuando yo lo necesitaba? Dios me dijo que estaba en el mismo lugar conmigo, como cuando Su Hijo Jesús estaba en la cruz. Él estaba justo ahí, según está siempre con todas sus pequeñas criaturas.
Pero de todos modos, Mamá, nadie más puede ver lo que te he escrito. Sólo tú. Para todos los demás, esto es sólo un pedazo de papel en blanco. ¿No es fantástico?
Tengo que devolverle la pluma a Dios ahora. Él la necesita para escribir más nombres en el Libro de la Vida.
Esta noche voy a sentarme a la mesa con Dios para comer. Estoy seguro que la comida será sabrosa.
Oh, olvidé decirte. Ya no me duele más. Ya no siento ningún dolor. El dolor se fue. Estoy feliz porque puedo estar de pie y correr sin sentir más dolor y así Dios no me ve angustiado y adolorida.
Por eso Él envió el ángel de la misericordia a rescatarme.
¡El Ángel dijo que era una entrega especial!
¿Qué crees?¡ Sorprendente! ¿Verdad?
Firmado con el amor de Dios, Jesús y Yo.